Funcion de los chakras
El estado de los centros depende del tipo y calidad de la fuerza del
alma que vibra por medio de ellos. En la persona no evolucionada
sencillamente es fuerza vital, prana, que está activa y la registra.
Esta fuerza nutre la vida animal, y pone en actividad los centros
inferiores (el de la base de la columna vertebral y el sacro). Luego, a
medida que el hombre se desarrolla, la conciencia, el aspecto alma, hace
sentir gradualmente su presencia, y pone en actividad el centro plexo
solar. Este centro es el asiento de la vida sensitiva síquica inferior,
tanto del hombre como del animal, y con frecuencia es denominado cerebro
instintivo.
El hombre funciona hoy, generalmente, a través de estos tres centros.
Las fuerzas del cuerpo sirven para nutrir y estimular la vida sexual
por medio de las gónadas; crean el impulso de luchar y evolucionar por
medio de las adrenales, glándulas de combate y de lucha; gobiernan la
vida síquica instintiva, mediante el plexo solar. De este modo se
moviliza el hombre personal, y se convierte en un ser humano consciente y
sensible. A medida que su evolución avanza, el yo o alma, se hace cada
más activo y dominante en el hombre y en su existencia corporal; poco a
poco, todas las partes de la estructura etérica van vitalmente
despertando. Gradualmente, los centros superiores entran en creciente
actividad, y el énfasis de la fuerza que afluye a través del cuerpo, se
traslada a los centros situados arriba del diafragma. El centro laríngeo
despierta, y se convierte en el órgano del trabajo creador; el centro
cardíaco se vivifica, y el hombre adquiere conciencia de la relación con
su alma, de sus responsabilidades grupales y de la inclusividad de la
vida egoica. Finalmente despiertan los centros de la cabeza, y otra
serie de percepciones ingresa en su conciencia. Se da cuenta entonces de
sí mismo como alma, integrado como personalidad, y es posteriormente
consciente del mundo del espíritu, de la vida divina, del invisible
mundo de espíritus, y de esa “nube de testigos”, que testimonian la
realidad de la vida del alma.
Uno de los objetivos de la
evolución humana es lograr esto. El centro de la base de la columna
vertebral y los centros cardíaco y coronario, tienen que entrar en plena
actividad funcionante, y así, por medio de la fusión de la energía
latente en la materia, acumulada en el centro de la base de la columna
vertebral, de la energía del alma, que tiene su asiento en el corazón, y
de la energía del espíritu, centrada en la cabeza, llevan al ser
humando al punto más alto de perfección. En virtud de esta fusión de
energías, llega a ser una expresión activa de Dios-espíritu, alma y
cuerpo, fusionados y unidos de tal modo, que el cuerpo llegue a ser, en
realidad, el vehículo para el alma, y el alma, la expresión de la
voluntad y propósito del espíritu.
Cuando Cristo estuvo en
la Tierra dijo: “El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre” (Jn. 14:9) y
también: “Quien crea en Mí, hará también las obras que yo hago, y
mayores obras hará, porque yo voy a mi Padre” (Jn. 14:12). El era el
alma encarnada en el cuerpo, revelando al Padre, al Espíritu, y mediante
el mecanismo del cuerpo, demostró los poderes del alma, que según dicen
los hindúes, aparecen después de despertar los centros.
La
posesión de estos poderes, y el cumplimiento de la profecía de Cristo,
de que haremos cosas más grandes ¿es tan opuesta a lo que Occidente
llama sentido común? En la radio difundimos las ondas sonoras, las
regulamos y las amplificamos, pero, después de todo, no hacemos más que
transformar y reforzar las ondas sonoras que nos llegan en la forma
sutil original. ¿Qué cosa más natural que el hombre que ha construido
refuerzos mecánicos, llegue a ser él también tan sensible que capte las
ondas sonoras sin ayuda, y sea llamado, en consecuencia, clariaudiente?
La transmisión del pensamiento (que hasta los más escépticos tienen que
reconocer), ¿no es acaso un tipo especial de radiodifusión? Y de igual
modo, en los demás “milagros”. ¿No está el mundo material dominado por
fuerzas y poderes más sutiles, y no puede aprender el hombre, con el
tiempo, a actuar en el campo de lo más sutil, y adquirir, por lo tanto,
un dominio sobre lo meramente físico y material?
Tal es la
milenaria creencia de la India, que por el desarrollo del alma y del
espíritu y el despertar de todos los centros, el hombre alcanza la
madurez y la gloria.
“El Alma y su Mecanismo” - Alice A. Bailey
Desde pág: 113.-
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Danzas al Silencio