domingo, 25 de noviembre de 2012

Funcion de los chakras


El estado de los centros depende del tipo y calidad de la fuerza del alma que vibra por medio de ellos. En la persona no evolucionada sencillamente es fuerza vital, prana, que está activa y la registra. Esta fuerza nutre la vida animal, y pone en actividad los centros inferiores (el de la base de la columna vertebral y el sacro). Luego, a medida que el hombre se desarrolla, la conciencia, el aspecto alma, hace sentir gradualmente su presencia, y pone en actividad el centro plexo solar. Este centro es el asiento de la vida sensitiva síquica inferior, tanto del hombre como del animal, y con frecuencia es denominado cerebro instintivo.

El hombre funciona hoy, generalmente, a través de estos tres centros.
Las fuerzas del cuerpo sirven para nutrir y estimular la vida sexual por medio de las gónadas; crean el impulso de luchar y evolucionar por medio de las adrenales, glándulas de combate y de lucha; gobiernan la vida síquica instintiva, mediante el plexo solar. De este modo se moviliza el hombre personal, y se convierte en un ser humano consciente y sensible. A medida que su evolución avanza, el yo o alma, se hace cada más activo y dominante en el hombre y en su existencia corporal; poco a poco, todas las partes de la estructura etérica van vitalmente despertando. Gradualmente, los centros superiores entran en creciente actividad, y el énfasis de la fuerza que afluye a través del cuerpo, se traslada a los centros situados arriba del diafragma. El centro laríngeo despierta, y se convierte en el órgano del trabajo creador; el centro cardíaco se vivifica, y el hombre adquiere conciencia de la relación con su alma, de sus responsabilidades grupales y de la inclusividad de la vida egoica. Finalmente despiertan los centros de la cabeza, y otra serie de percepciones ingresa en su conciencia. Se da cuenta entonces de sí mismo como alma, integrado como personalidad, y es posteriormente consciente del mundo del espíritu, de la vida divina, del invisible mundo de espíritus, y de esa “nube de testigos”, que testimonian la realidad de la vida del alma.

Uno de los objetivos de la evolución humana es lograr esto. El centro de la base de la columna vertebral y los centros cardíaco y coronario, tienen que entrar en plena actividad funcionante, y así, por medio de la fusión de la energía latente en la materia, acumulada en el centro de la base de la columna vertebral, de la energía del alma, que tiene su asiento en el corazón, y de la energía del espíritu, centrada en la cabeza, llevan al ser humando al punto más alto de perfección. En virtud de esta fusión de energías, llega a ser una expresión activa de Dios-espíritu, alma y cuerpo, fusionados y unidos de tal modo, que el cuerpo llegue a ser, en realidad, el vehículo para el alma, y el alma, la expresión de la voluntad y propósito del espíritu.

Cuando Cristo estuvo en la Tierra dijo: “El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre” (Jn. 14:9) y también: “Quien crea en Mí, hará también las obras que yo hago, y mayores obras hará, porque yo voy a mi Padre” (Jn. 14:12). El era el alma encarnada en el cuerpo, revelando al Padre, al Espíritu, y mediante el mecanismo del cuerpo, demostró los poderes del alma, que según dicen los hindúes, aparecen después de despertar los centros.

La posesión de estos poderes, y el cumplimiento de la profecía de Cristo, de que haremos cosas más grandes ¿es tan opuesta a lo que Occidente llama sentido común? En la radio difundimos las ondas sonoras, las regulamos y las amplificamos, pero, después de todo, no hacemos más que transformar y reforzar las ondas sonoras que nos llegan en la forma sutil original. ¿Qué cosa más natural que el hombre que ha construido refuerzos mecánicos, llegue a ser él también tan sensible que capte las ondas sonoras sin ayuda, y sea llamado, en consecuencia, clariaudiente? La transmisión del pensamiento (que hasta los más escépticos tienen que reconocer), ¿no es acaso un tipo especial de radiodifusión? Y de igual modo, en los demás “milagros”. ¿No está el mundo material dominado por fuerzas y poderes más sutiles, y no puede aprender el hombre, con el tiempo, a actuar en el campo de lo más sutil, y adquirir, por lo tanto, un dominio sobre lo meramente físico y material?

Tal es la milenaria creencia de la India, que por el desarrollo del alma y del espíritu y el despertar de todos los centros, el hombre alcanza la madurez y la gloria.

“El Alma y su Mecanismo” - Alice A. Bailey
Desde pág: 113.-

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